Cristiano le puso flores a Pichichi y nadie debería reprenderle por eso. Al contrario. Sus goles hermosearon un partido histórico, el de la despedida del Real Madrid a San Mamés, el de Cristiano para quien lo revise dentro de un tiempo, el de un futbolista memorable en un campo de leyenda.
Nada fue menor. El primer tramo, de hecho, resultó excelente. Con todo lo que se pide a un partido de fútbol. Hasta el público salía guapo en la tele. El comienzo tampoco pudo ser más intenso. Al minuto, marcó Cristiano. Era pronto hasta para un partido de baloncesto.
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